Desde su fundación en la década de los sesenta el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) se ha reunido varias veces al año con los presidentes, siempre en privado. La reunión, la agenda, los asistentes, sus fotografías y en ocasiones el lugar eran secretos, los pocos investigadores que han tenido acceso a información directa han constatado que es el lugar donde la élite pacta en secreto políticas para enriquecerse1. Algo cambió en la reunión de enero de 2016.
Convocar a la prensa y retransmitir los discursos inaugurales puede calificarse como mínimo “atípico”, adjetivo que usó el presidente del CMN, Alejandro Ramírez de Cinépolis, para disculparse a los nuevos miembros antes del discurso inaugural. Atípica por la presencia de medios y por la improvisación, la reunión extraordinaria estaba programada, se canceló y se volvió a reconvocar por petición presidencial2.
También fue Presidencia de la República que convocó a los reporteros habituales vía la agenda semanal. Los periodistas tuvieron que llegar una hora antes, vieron todo el discurso en una sala aparte y no pudieron entrevistar a nadie. El único que consiguió más detalles fue Arturo Rodríguez, de Proceso, quien pudo ver en persona los preludios de la reunión3.

Las razones de EPN
La reunión representó “el espaldarazo que el gran capital le da al presidente cuya posición se ha visto golpeada desde Ayotzinapa, pues no ha podido recuperar fuerza ni presencia en la opinión pública luego de un desgaste largo y temprano”, sostiene Rodríguez. El Presidente también quería mandar un mensaje a la élite mundial: la reunión fue justo antes de su viaje a Davos (Foro Económico Mundial) con escala previa en Arabia Saudita para buscar inversionistas.
En su discurso Enrique Peña Nieto repitió lo que ha proclamado desde que inició su sexenio: “es claro que México está mejor preparado a partir de las reformas estructurales; de las que una y otra vez seguiré señalando que son pilares fundamentales para México ante este escenario incierto que el mundo nos está presentando. México tiene mayor solidez y puede seguir construyendo un mejor futuro”4.
Estas palabras tenían un destino muy claro: contrarrestar la advertencia que desde París hizo el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens: “las economías emergentes [cómo México] deben estar preparadas para un choque severo”5. Un peligro que se advierte, según el economista Samuel García6, principalmente en dos síntomas: la velocidad con la que están cayendo los precios del petróleo y elevándose los del dólar a nivel mundial.
Terminado el discurso del Presidente se acabó la simulación de transparencia: se cerró la puerta para que conversas y promesas se dieran en la más estricta privacidad.

Las razones del CMN
“En el Consejo tenemos plena confianza en su liderazgo [EPN], que sustentado en nuestra vida democrática y sólida situación económica, habrá de conducirnos a buenos resultados”7, afirmó Ramírez en un discurso que parecía dictado por la Presidencia de la República.
La ventana de duda que dejó Ramírez coincide con sus declaraciones del pasado diciembre: “La volatilidad del tipo de cambio y el incierto contexto internacional son las principales preocupaciones de los empresarios del país”8. En más de una mente estaba el reciente recorte de la expectativa de crecimiento económico para el 20169.
La simulación de transparencia fue puro apoyo a Peña Nieto. Públicamente las peticiones fueron: cumplir los plazos para la creación del Sistema Nacional Anticorrupción y la operación del sistema de juicios orales. También hubo tiempo para los elogios, se dirigieron a la evaluación magisterial, las reformas estructurales y el compromiso de la administración con el modelo de economía abierta10.
Es fácil suponer que en privado en algún momento se habló de la devaluación del peso, del precio del petroleo y de las malas previsiones económicas para 2016, entre otros. Aunque seas el presidente has de tener una buena razón para reunir en una misma sala y de forma extraordinaria a una tercera parte del Producto Interno Bruto mexicano11.

¿Cuál fue la razón?
“Peña hoy está demostrando que necesita más a los empresarios, de lo que los empresarios lo necesitan a él. Al Consejo no le afecta sacar su dinero de México, al país sí, eso es lo que menos quiere el presidente. Por eso se reúne con ellos para maquillar la imagen de México. ¿A cambio de qué? No se sabe”, aseguró Benjamin Cokelet, director ejecutivo del Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación (PODER)12 y estudioso del Consejo Mexicano de Negocios.
Uno de los sectores mexicanos que no se ha privatizado del todo es el campo, un pendiente en la agenda del CMN desde la década de los ochenta. Una promesa podría ser consolidar la reforma energética con una reforma agraria que quite las protecciones del campo mexicano y dé facilidad a la extracción. En Arabia Saudita y en Davos seguro que les gusta esta opción.

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