La transacción de Bonos Verdes más grande en la historia de un aeropuerto (cuatro mil millones de dólares) se realizó en México para el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM). Las tres calificadoras más grandes del mundo Fitch and Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s (S&P)1, dieron la nota máxima al NAICM, pese a que sí pone en riesgo el medio ambiente.
Los Bonos Verdes son un instrumento bursátil de deuda, de uso internacional, promovido y emitido en el país por la Bolsa Mexicana de Valores (BMV)2. Los recursos deberían ser exclusivamente para financiar proyectos que sean parte de los siguientes sectores: energía renovable; construcción sustentable; transporte limpio; agua y adaptación; manejo de residuos, captura de metano; agricultura, bioenergía, forestación y cadena de abastecimiento de alimentos3. Es requisito indispensable de la BMV, tener una nota positiva de un tercero para acceder a ellos4.
En el proceso de calificación de las certificadoras, la transparencia y gobernanza del NAICM obtuvieron buena nota a pesar de los registros existentes en la Auditoría Superior de la Federación (ASF) referentes a las irregularidades en la cuenta pública 2016 por más de mil millones de pesos5. Asimismo se validaron los conceptos como: uso de energías renovables, elaboración de edificios verdes y eficiencia energética.
“La BMV no emite los bonos, sino que se requiere de la aprobación de un tercero, las certificadoras las que dan justamente la opinión”, comentó Alberto Maya Sánchez jefe de comunicación social de la BMV. Pero las calificadoras lo contradicen: “El producto (informe) no es un sustituto de un juicio o experiencia de un usuario independiente. […] Si bien S&P ha obtenido información de fuentes que considera confiables, S&P no realiza auditorías y no asume ningún deber de diligencia debida o verificación independiente”, se puede leer en su aviso legal6.
No queda claro quién es el responsable de emitir los Bonos Verdes para esta construcción, si la Bolsa Mexicana o las certificadoras; lo que está claro, es que parte del daño a la biodiversidad del Valle de México, ya está hecho.
La posibilidad del desastre ecológico y ambiental debido a la reubicación de los once cuerpos de agua que conforman el lago de Texcoco7, fue reportada desde el inicio del proyecto por diferentes especialistas y organizaciones de la sociedad civil; también el traslado y derramamiento de 4 millones de metros cúbicos de lodos tóxicos que habían sido extraídos de la zona donde se construye el NAICM; y esos restos, fueron depositados en los socavones de las minas en los poblados de Tequesquinahuac, San Luis Huexotla y Tlaminca donde existen mantos acuíferos, dado que Texcoco es un área alta de recarga, Tlaminca además es reserva natura protegida8.

El negocio de las certificadoras

En 2016, el Gobierno de México a través de la empresa Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), la responsable de administrar, operar y explotar el nuevo aeropuerto9, solicitó la nota a la certificadoras para poder acceder a los cuatro mil mdd, y el anuncio de la mega inversión de bonos para el NAICM, ocurrió el 13 de septiembre del 201710.
En el intermedio de aquel negocio, el gobierno federal además emitió dos cheques a favor de Moody’s para una supuesta evaluación que se elaboraría en los años 2016, 2017 y 201811; en cambio, Standard & Poor’s sería la más beneficiada recibiendo más de once contratos con el gobierno federal que también coincidían en los periodos de contratación12. Estos gastos del gobierno no tenían relación alguna con el proyecto del NAICM.
 

 
Los bonos Verdes para la construcción del NAICM calificados por Moody’s, Fitch Ratings y S&P, obtuvieron la misma calificación que la deuda soberana de México13. Y en los informes presentados, las calificadoras dejan como garante para el pago de la deuda, al gobierno mexicano. También aseguran que la construcción de ese aeropuerto es una prioridad para el gobierno nacional.
“Subvenciones discrecionales del gobierno”, es la solución que apunta Fitch Ratings para mitigar el riesgo que genera el posible sobrecosto de la construcción14; por su parte, S&P explica que: “considera la probabilidad de un apoyo extraordinario del gobierno en su análisis de calificación. Y la evaluación de la alta probabilidad de soporte, se refleja en que el aeropuerto juega un papel muy importante debido a la situación política y económica”15.

¿Quiénes son las calificadoras?

Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch Ratings, levantan reclamos en ambos hemisferios, debido a que estas tres acaparan el 95 por ciento del sector de las calificaciones crediticias mundiales16. Se las conoce en el sector como “Las tres grandes”, tienen denuncias legales por prácticas oligopólicas y fueron puestas bajo un intenso escrutinio internacional desde la crisis mundial del 200717.
En respuesta a las acusaciones derivadas por la crisis financiera global en donde las certificadoras estaban siendo acusadas, éstas afirmaron: “No somos un peligro para la estabilidad económica”18.
Específicamente de Moody’s, se conoce que está siendo investigada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DoJ por sus siglas en inglés), por su cuestionado manejo de los bonos hipotecarios en el período previo al último colapso financiero; mientras que S&P y su matriz McGraw-Hill Financial resolvieron un caso similar con el DoJ el año pasado sin admitir denuncias de que presuntamente había estafado a los inversionistas, pagando la suma de $ 1.375 millones de dólares19.
BlackRock, intenta ganar terreno20. A esa empresa se le denomina, la administradora más grande del mundo, y posee el 3.28% de las acciones de Moody’s; el 3.84% de McGraw Hill, que a su vez, es dueña de la certificadora Standard & Poor’s (S&P). También, comparten trabajadores estratégicos como el líder de soluciones de inversión impulsadas por pasivos, Gary Veerman, quien trabajó como director general en BlackRock21.
BlackRock además posee activos en algunas de las empresas que participan en la realización de la obra de infraestructura más grande del sexenio saliente. En sus instrumentos bursátiles o Exchange Trade Funds (ETFs), esta administradora de fondos, sigue índices que contienen las acciones de las empresas Grupo Aeroportuario del Centro Norte (OMA), Empresas ICA, Grupo Carso (GCARSO), Grupo Financiero Inbursa (GFINBUR), Grupo Financiero Banamex, Grupo Financiero Santander y América Móvil (AMX). Todas ellas ganadoras de contratos con el NAICM o prestamistas para la obra del aeropuerto22.

Política sí, ecología no

Ahora, el futuro del NAICM es incierto, pese al optimismo de las calificadoras sobre la relevancia política de la obra en el país, que reportaron en sus informes; el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), desde el inicio de su campaña fijó su postura en contra de la realización de dicho aeropuerto por considerarlo una deuda para el pueblo mexicano23.
Ante la negativa del candidato del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) para continuar la obra, la certificadora Moody’s salió en una rueda de prensa a decir que el triunfo de AMLO podría poner en riesgo el sector petrolero y el desarrollo de proyectos de la banca privada24. Asimismo, la certificadora consideró que detener las obras del NAICM, e incluso posponerlas, tendría un efecto negativo sobre todo al sector de la aviación25.
La postura más reciente sobre el tema del NAICM es del futuro secretario de hacienda, Carlos Urzúa Macías, quien comentó que el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México «es bellísimo». No obstante, explica que «hay que ver cómo lo están haciendo». Urzúa dice que la instrucción de López Obrador es estudiar las alternativas 26. Verde es sólo un adjetivo cuando lo verdaderamente importante es la rentabilidad de un bono.

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