La llegada de la Bolsa Institucional de Valores (BIVA) al mercado mexicano rompe con 43 años de centralismo de las entidades financieras bursátiles. La empresa Central de Corretajes S.A.P.I. de C.V., mejor conocida como CENCOR, no es la única artífice de la segunda Bolsa de Valores, como hasta ahora es del conocimiento público. Una red de por lo menos otras siete empresas, relacionadas a las élites económicas y políticas de México, dan forma a la nueva bolsa.
La autorización del título de concesión para BIVA, fue firmada por el excandidato a la presidencia de la república por parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Antonio Meade Kuribreña, quien, como titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), autorizó el día 27 de agosto de 2017 el título de concesión a favor de la Bolsa Institucional de Valores, S.A. de C.V. En ese documento, del que RindeCuentas.org posee una copia, se le permitió a Santiago Urquiza Luna Parra, en su carácter de representante legal de BIV, S.A. de C.V. y presidente de CENCOR, cambiar la razón social de la sociedad para convertirse en Bolsa Institucional de Valores, S.A. de C.V., con el objetivo de operar con carácter de Bolsa.
Pero Meade Kuribreña y Urquiza Luna Parra son la punta del iceberg. Actualmente, tanto quienes conformaron el acuerdo contractual para dar vida a la nueva Bolsa, como gran parte de las empresas listadas en BIVA, pertenecen a las élites políticas y empresariales de México. Pedro Aspe Armella, Daniel Kuribreña Romero de Terreros y algunos integrantes del Consejo Mexicano de Negocios (CMN) también son parte importante del desarrollo de este nuevo sistema.
El trabajo colaborativo de las empresas con las que constituyeron BIVA y la compañía CENCOR, junto al familiar del excandidato del PRI, data de por lo menos ocho años.
Desde el 16 de Julio de 2010 las empresas Indigo Partners LCC, Discovery Americas, Emilio Diez Barroso, Pedro Aspe e Ignacio Guerra, adquirieron el 50 por ciento de la empresa Volaris, esto, con asesoría de Daniel Kuri Breña Romero de Terreros, primo segundo de José Antonio Meade Kuribreña. En dicha transacción, el Grupo Televisa (integrante también del CMN) había firmado de conformidad para vender el 25% de las acciones de Volaris a los empresarios compradores, y así se concretó el negocio.
Pedro Aspe Armella es considerado como el gran aliado financiero del Grupo Atlacomulco en el Estado de México1. Del empresario trasciende su participación como titular de la SHCP, debido a la política económica aplicada en su gestión junto al expresidente Carlos Salinas de Gortari, que dio como resultado el llamado “Error de diciembre”, una de las peores crisis financieras en la historia de México2.
El papel que Meade firmó
En ese papel con el que se constituye BIVA, se informó que Central de Corretajes, S.A.P.I. de C.V. sería el accionista mayoritario al capitalizar a BIVA a través de aumentos de efectivo en la propia sociedad, que se pagarían por medio de Banco Invex, S.A., quien fungiría como fiduciario del fideicomiso de emisión de Certificados Bursátiles LIV México. Finalmente, se notificó que el fideicomiso quedó registrado con el número “F/2416” y como accionista indirecto de BIVA.
CENCOR a su vez ha recibido financiamiento de Latin Ideas Ventures Capital (LIV Capital), un fondo de capital privado, desde 2016.
LIV Capital es dueño de los certificados LIV México Growth, a través de los cuales se financió el fideicomiso para crear BIVA en 2017. Pero el fideicomiso se alimenta de una estructura de otras siete empresas con las que LIV Capital, también conocida como Latin Ideas, tiene una relación de sociedad de responsabilidad limitada.
Discovery Americas (I, II, y III), donde un familiar de José Antonio Meade trabajó como asesor de inversiones; Administradora de Fondos Latin Ideas, S.A.P.I. de C.V.; Fondo de Fondos México (I y II) L.P., el vehículo del Gobierno Federal para impulsar la industria de Capital de Riesgo; y Evercore Partners, del magnate Pedro Aspe.
Un año después de la creación del fideicomiso, LIV Capital, una de las firmas más fuertes listada en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), y sus siete empresas logran finalmente colocar a BIVA en el mercado, inyectando 650 millones de pesos al proyecto3, a través de la emisión de Certificados de Capital de Desarrollo (CKDs)4.
Con este movimiento, LIV Capital ahorraría el 40% en el pago de cuotas de mantenimiento, cambiando su listado desde la BMV a BIVA, explicó el socio director de la firma, Alex Rossi para los medios de comunicación5.
Las siete empresas se encuentran directamente ligadas con Fondo de Fondos (propiedad de NAFIN) que aparece como socio con responsabilidad limitada en todas las aquí mencionadas.
CENCOR, su conformación y antecedentes
La empresa detrás del fideicomiso responsable de la constitución de la segunda Bolsa de Valores para México, CENCOR, no es nueva en el mercado bursátil; ya había logrado ser prestador de servicios para el mercado de valores antes de incursionar con el título de concesión que daría respaldo legal a BIVA.
CENCOR, fundada justo en 1988 (durante la peor crisis bursátil de México), es una sociedad que administra a otro grupo de empresas, que participan desde hace muchos años en el ofrecimiento de diferentes servicios financieros para la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).
Se trata de las empresas: Proveedor Integral de Precios (PIP), fundada en 2000 como sociedad autorizada para prestar el servicio de cálculo y proveeduría de precios; ENLACE, la empresa de corretaje interbancario con el objetivo de difundir los precios de instrumentos del mercado de cambios; MEI, Mercado Electrónico Institucional, que inicia operaciones en 2005 para ofrecer el servicio también de corretaje de bonos entre inversionistas institucionales e intermediarios financieros; CapitalStar Systems, que provee soluciones de tecnología avanzada para los agentes del mercado.
Durante la administración de Enrique Peña Nieto, CENCOR se coronó con BIVA para operar como Bolsa de Valores.
Conectada solamente a otras 15 casas de bolsas en otras partes del mundo y prometiendo más conexiones en el corto plazo, BIVA ha logrado acaparar firmas de gran importancia para el país, muchas de ellas de integrantes del Consejo Mexicano de Negocios (CMN), la élite económica mexicana.
La Bolsa antes de BIVA
Ya anteriormente se había intentado dividir las Bolsas de Valores, pero se volvieron a unir. En 1975 con la promulgación de la ya derogada Ley del Mercado de Valores se incorporó a lo que ahora conocemos como la BMV, las bolsas de Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México, conformando un solo Centro Bursátil.
La labor de la BMV, luego de la promulgación de esa ley, tenía como prioridad que las empresas financiaran sus necesidades de capital a través de la colocación de sus acciones en la nueva casa de valores ya centralizada. Y funcionó. El crecimiento durante los años 80 del siglo pasado, fue enorme.
El proyecto catapultó la economía mexicana. Las empresas listadas en la Bolsa Central pasaron de solamente lograr ahorro financiero, a representar el 40% del Producto Interno Bruto (PIB) en 1988. Sin embargo, fue sólo un festín de 12 años, ya que en 1987 el principal índice bursátil de la bolsa, el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) se había desplomado y perdió el 75% de su valor6, hecho históricamente ligado a lo que conocemos como Error de Diciembre, con Pedro Aspe, actual inversionista de BIVA, a la cabeza de la SHCP.
Ya en 1988 con la asunción del expresidente Carlos Salinas de Gortari, una nueva política comercial entró en vigor y se firmó en el país el Tratado de Libre Comercio. Entre 1989 y 1990, el entonces presidente permitió la participación de agentes privados en la prestación del servicio de banca y crédito; y en 1990, la Bolsa Mexicana de Valores movió su ubicación al edificio donde se encuentra actualmente.
La crisis económica conocida como Error de Diciembre derivada de esta administración en la que también participó el inversionista de BIVA, Pedro Aspe, ya es ampliamente conocida.
Las empresas que ahora alberga
Las empresas que se han financiado mediante la colocación de sus valores, ya sea en el mercado de deuda o de capitales, y mantienen su cotización en BIVA, son denominadas emisoras. Estas emisoras tienen además un factor en común.
En la presentación de su índice FTSE BIVA, que comenzó operaciones en enero de 2018, el presidente Santiago Urquiza señaló que el nuevo indicador que utiliza BIVA, cuenta con un total de 57 empresas entre pequeñas, medianas y grandes7.
Muchas de las empresas nombradas por Urquiza, son prominentes integrantes del polémico Consejo Mexicano de Negocios, una de las élites empresariales que lograron consolidarse como un órgano de acción política, contribuyentes a la consolidación y legitimación del sistema presidencialista neoliberal impulsado por Salinas de Gortari8.
• Dentro de las empresas de gran tamaño están América Móvil, Femsa, Banorte, Cemex, Televisa, Wal-Mart, Grupo México, Fibra Uno, ASUR, Gruma, Elektra, entre otros.
• Entre las empresas medianas se encuentran GA, Coca Cola Femsa, Pinfra, Alsea, Gentera, OMA, Banregio, Lala, Bachoco.
• Y en las pequeñas, hay compañías como Genomma Lab, Herdez, Volaris y Axtel.
Pese a que BIVA se ostenta públicamente como una Bolsa nueva y experta en el desarrollo de la industria tecnológica, su evolución dependerá de un sector ya ampliamente conocido, verdaderamente pequeño y muy politizado.
Mira el video de Rompeviento TV sobre este tema: