Una falla en una de las válvulas de las tuberías de la empresa Metalúrgica de Cobre de México, subsidiaria del Grupo, provocó un derrame de 3 mil litros de ácido sulfúrico al Mar de Cortés, uno de los sitios de mayor biodiversidad del mundo, Patrimonio de la Humanidad y cuna de la vaquita marina, en peligro de extinción.
Esta tragedia se suma a las decenas de tragedias (“accidentes” según la empresa) en las que Grupo México tiene responsabilidad directa, no sólo en el país, sino en el mundo. El caso de Grupo México es el del enriquecimiento a cualquier precio, por medio del despojo, de la contaminación y de la violación de derechos humanos, con costos ambientales y humanos altísimos. También es un caso de descarnada impunidad.
La opinión pública se ha manifestado, en estas horas, con indignación.
Y no es para menos. En PODER, como organización que acompaña a los Comités de Cuenca Río Sonora, que agrupa a comunidades afectadas desde 2014 por el peor desastre en la historia de la minería en el país (una tragedia que es responsabilidad, claro, de Grupo México), también estamos indignadas al ver que la lista de agravios de este grupo empresarial se hace cada vez más grande.
No podemos dejar que Grupo México y el estilo de hacer negocios de Germán Larrea sean la norma y el ejemplo. No podemos dejar que una empresa que ha contaminado y ha violado los derechos humanos en numerosas ocasiones se salga con la suya. Hoy, como nunca, las autoridades tienen en sus manos posibilidades reales de actuar con firmeza y de brindar justicia a las comunidades afectadas por las actividades empresariales de Grupo México.