Por Fernanda Hopenhaym y Elena Arengo, codirectoras ejecutivas de PODER
Llevamos diez años de caminar, diez años de aprendizajes, diez años de retos y logros, diez años de encuentros.
En este caminar hemos crecido y hemos visto crecer un movimiento para exigir rendición de cuentas a las empresas por sus abusos y afectaciones a los derechos humanos.
Nuestro equipo, que comenzó allá por 2010 con dos personas, se ha multiplicado, y somos ahora 30 integrantes comprometidas con esta causa, que contribuimos con nuestro talento y empeño constante. PODER se ha transformado, ha ido incorporando nuevos saberes, perspectivas y liderazgos.
Desde siempre, el trabajo de la mano con las comunidades afectadas por los abusos a los derechos humanos por parte de las empresas ha sido nuestra insignia. Acompañar y fomentar procesos organizativos desde la base es un eje central de nuestros esfuerzos, como en el caso de los Comités de Cuenca Río Sonora o la Unión de Ejidos y Comunidades en Defensa de la Tierra, el Agua y la Vida, Atcolhua, en la Sierra Norte de Puebla. Caminamos juntas, exigiendo a las autoridades, reguladores e inversionistas que hagan su trabajo para proteger los derechos humanos y el medioambiente, y garantizar el acceso a la justicia; golpeando todas las puertas necesarias para que se respete el derecho de las comunidades a decidir sobre su presente y su futuro, y se reparen los daños del pasado.
En PODER el espíritu investigativo está en el centro de nuestra identidad. Trabajamos sin descanso para reducir las asimetrías de información y para que la sociedad civil cuente con los datos necesarios para defender sus derechos. Desentrañamos las más complejas arquitecturas corporativas, seguimos la ruta del dinero hasta entender realmente quién se está beneficiando de cada proyecto en las industrias estratégicas en las que nos enfocamos y así definir, de la mano de las personas afectadas directamente, cómo podemos usar esa información para exigir la rendición de cuentas. Y cuando sea necesario, utilizar estrategias legales para garantizar la protección de los derechos y el acceso a la reparación de los daños.
Algunas personas dicen que tenemos una obsesión con el fenómeno de la captura del estado. ¡Y cómo no tenerla! Es posiblemente el problema estructural más grave que enfrentan nuestras sociedades; es un reto fundamental para nuestras democracias. No solo vemos el mundo a través de esta lente, sino que procuramos siempre exhibir las distintas manifestaciones de esta captura, sea en los procesos de contrataciones públicas, en el otorgamiento de concesiones y permisos, en las aprobaciones de leyes o reformas estructurales, en el sistema judicial. Invertimos horas y horas en pensar y diseñar posibles soluciones a este fenómeno tan enorme y tan perjudicial.
Impulsamos varias de estas respuestas mediante procesos de incidencia nacional e internacional. Nos interesa transformar las reglas del juego en México y América Latina, y es por ello que, de la mano de otras organizaciones, personas defensoras y comunidades, trabajamos para lograr cambios en las políticas públicas, legislaciones, prácticas concretas y convenciones internacionales.
Esto no sería posible sin alianzas y articulaciones diversas. Otra de nuestras premisas fundamentales es contribuir a generar poder colectivo. No solamente con las comunidades afectadas –actores centrales en estos procesos–, sino también con otros grupos de la sociedad civil de diversas esferas, incluyendo periodistas. Este trabajo ha cobrado cada vez más relevancia en PODER y ha logrado exhibir casos sumamente importantes de corrupción y captura del Estado.
Además de exponer estos fenómenos, buscamos también interpelar a la opinión pública desde la comunicación; que la sociedad no se mantenga indiferente frente a los abusos del sector privado y que ya no sea aceptable el avance sin freno del poder corporativo. Generamos nuevas formas de contar las historias y nuevas narrativas para nombrar y describir los enormes desafíos que enfrentamos. Tras diez años, hoy mostramos un nuevo rostro, renovamos nuestro sitio web y proyectamos nuestra dimensión latinoamericana con PODERlatam.org.
En estos diez años también hemos abierto brecha en temas de tecnologías, datos y seguridad digital. El derecho de acceso a la información y a la privacidad, y el uso adecuado de las herramientas tecnológicas son claves. Sí, tal vez seamos un poco geeks, pero esto nos ha permitido avanzar agendas, a la vez que protegemos nuestras comunicaciones, datos personales e información.
Todo lo que hemos caminado y lo que hemos logrado ha contado con el apoyo fundamental del equipo administrativo y de fortalecimiento institucional, que trabaja codo a codo con el equipo programático para garantizar las operaciones de PODER.
Lo que hemos avanzado ha contado con la confianza de las fundaciones y donantes que han creído en nosotras y que nos han dado el respaldo necesario para experimentar, echarnos al agua, expandir horizontes y nadar en el océano azul, con aciertos y errores. Nuestros donantes saben que todo lo hacemos con una visión de largo plazo, con enorme compromiso y con la apuesta fundamental de desafiar el orden establecido.
En ese caminar hemos adquirido también el compromiso institucional de confrontar al patriarcado, como parte de la lógica de enfrentar al poder. Así, gracias al empuje de compañeras que nos fuimos incorporando a la organización, PODER se ha convertido en feminista. Y no podemos sentirnos más orgullosas.
En diez años de camino nos hemos hermanado con diversas organizaciones, colectivas, articulaciones, comunidades, aprendiendo las unas de las otras, trabajando constantemente para avanzar pero también para evitar retrocesos.
¡Cumplimos diez años! Mirando hacia atrás vemos todo lo que hemos aprendido. Vemos caminos pedregosos, a veces cuesta arriba, otras veces (las pocas) en territorio plano. Vemos un camino común que nos acerca y que nos hermana. Un camino en el que nos hemos encontrado para mirarnos a los ojos y reconocernos en la compañera, en el compañero. Por ese camino nos hemos sostenido e impulsado frente a la adversidad. Nos hemos plantado de cara a los grandes poderes, a pesar de los temores y los riesgos.
Seguimos caminando para construir, juntas, el PODER que hoy celebra diez años y el PODER del futuro. Nos quedan retos grandes, retos que han sido expuestos ahora, más que nunca, con la pandemia que azota al mundo entero. En nuestra región hay profundas desigualdades que se hacen evidentes cuando vemos quiénes son las más afectadas tanto por la crisis sanitaria como la económica. Nos alarma el incremento de los ataques a las personas defensoras de derechos humanos, no solo en sus peores formas, como asesinatos, sino también en la deslegitimización de organizaciones que cuestionan modelos de desarrollo que favorecen a los intereses de las empresas por encima de los derechos de las comunidades. Y nos alarman también los estragos del cambio climático, un fenómeno del cual la actividad desregulada e irresponsable de las corporaciones también es cómplice.
Estos, y otros desafíos, nos dan la fortaleza de mantener y redoblar nuestro compromiso con esta lucha común, en palabras de Antonio Machado, “haciendo camino al andar”. Confiamos en que en este futuro caminar nos seguiremos encontrando.