Es junio otra vez y nuevamente las redes sociales y los anuncios publicitarios se inundan de banderas de arcoíris por el mes del orgullo. Como cada año, vemos un gran número de empresas incorporando a sus logos y mercadotecnia este símbolo, en supuesto apoyo a la comunidad LGBT+. Llenan sus redes de mensajes de inclusión y promueven lemas como “amor es amor” o “sé tu mismx”. Sin embargo, pocas son las que realmente han propiciado cambios sustantivos dentro de sus prácticas cotidianas y su forma de hacer negocios. A este fenómeno se le ha llamado en distintos momentos pink washing y más recientemente rainbow washing.
Como tantas otras prácticas de lavado de cara que utilizan las compañías, el propósito es ganar legitimidad con ciertos sectores de la sociedad, sobre todo con fines lucrativos. Si bien la visibilidad, la representación y los cambios en la narrativa son importantes, nos preguntamos: ¿qué hay más allá del arcoíris?
Transfobia en la empresa de seguros AXA
Carlos es un joven de 24 años, empresario enfocado en artículos para su comunidad, amante de los battle royal y hombre transmasculino. Las agresiones difusas y cotidianas en su vida han sido el costo de ser quién es. En mayo de este año, Carlos se acercó a la empresa AXA Seguros para solicitar una cotización y esto fue lo que ocurrió:
–Para el seguro de gastos médicos, me dijeron que represento un riesgo para la empresa. Lo cual a mí me parece algo estúpido porque ellos iban a tomar mi dinero, lo iban a invertir en sus cosas y con esos fondos iban a cubrir mi seguro ¿No? La verdad estoy muy enojado.
–Además, para el seguro de ahorro vitalicio me pidieron cartas de mis médicos, mi endocrinóloga, médico general, ginecóloga y cirujano plástico donde aseguren que estoy sano, cuál es mi tratamiento y que no tengo pensado hacerme otra operación de ningún tipo.
A Carlos le negaron un servicio por transfobia. Y esta misma empresa, cada año, monta un espectáculo en redes sociales en el que asegura ser un espacio seguro para la comunidad sexodiversa. Incluso, en el sitio oficial de la compañía hay un portal donde ofrecen vacantes con la leyenda: “Being your full self in the workplace” (Siendo tú mismx en el trabajo). Y el verdadero problema no es solo la práctica del rainbow washing, sino que según el Código Penal Federal mexicano en su artículo 149, la empresa incurrió en un delito contra la dignidad de las personas.
Uber niega servicio a activistas trans
La noche del pasado 11 de junio, la activista Kenya Cuevas junto a Michel, Alice y Paulina, tres integrantes del equipo de Casa de las Muñecas Tiresias, fueron discriminadas por un conductor de Uber cuando les negó el servicio solo por ser mujeres trans.
—Estábamos saliendo de trabajar en un podcast y la producción nos solicitó un Uber, llegó y en cuanto nos vio el conductor dijo que él no llevaba “personas así”.
La producción del podcast emitió un comunicado la mañana siguiente en el que advirtieron “les integrantes de la comunidad (LGBT+) no somos un accesorio ni una herramienta de marketing únicamente visible en el mes del pride”.
—Me llamaron de Uber para decirme que habían corrido al operador y la presidenta del Copred (Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México) se comunicó para decirme que eso podría detonar en una capacitación de género porque me mencionó que Uber nunca ha querido capacitar.
Tras el incidente, la empresa dio a conocer que inhabilitó de la aplicación a este conductor, pero para Kenya esta estrategia es limitada. Además, este mes Uber México lanzó su campaña “movámonos con orgullo” donde afirman estar comprometidos en brindar información y capacitación a sus empleados; sin embargo, el recurso digital “Guía de respeto LGBT” no está disponible.
Kenya espera que de la queja presentada ante el Copred haya conciliación, reparación del daño y que, a través de su organización, capaciten principalmente a las y los conductores de Uber, no solo al área corporativa.
Denuncia contra Volaris y Médica Sur por serofobia
Armando Uri vive con VIH, es sobrecargo de aviación y actualmente está desempleado. El 19 de junio de 2017 postuló para una vacante en Volaris y acreditó los cinco filtros del proceso, uno de éstos se trataba de un examen médico que constaba de una química sanguínea. Dos días después le notificaron que su postulación fue rechazada.
En 2019, Uri interpuso una queja ante el Copred. La investigación del organismo determinó que Volaris, por medio de Médica Sur y Laboratorio Médico Polanco, realiza pruebas de detección y confirmación de VIH sin consentimiento ni criterios de confidencialidad; finalmente concluyó que Volaris sí discriminó. La compañía no estuvo de acuerdo y argumentó que la no contratación se debió únicamente a asuntos técnicos de la postulación. Uri entonces demandó por daño moral a la aerolínea y el laboratorio.
—Cuando supe que aplicaron esas pruebas me sentí sucio, violentado, humillado porque la sociedad se ha encargado de decir que el VIH es inmoral. Y ahora me sigo sintiendo igual o peor porque el sueño de mi vida es, fue y será ser sobrecargo; y me lo quitaron. A la fecha ninguna empresa de aviación me contrata porque ya leyeron mi nombre o porque les asusta que esté en un proceso legal.
De acuerdo a la norma mexicana para la prevención y el control del VIH (NOM-010-SSA2-2010) no deben solicitarse pruebas de VIH como requisito para obtener un empleo.
—Espero que el juez evalué todos los elementos y haga justicia. No sólo por mí, porque esto no se trata de mí, se trata de dejar un precedente por todas las personas molestas, dolidas y que hemos atravesado una discriminación por serofobia.
Estos testimonios ejemplifican que las empresas siguen incurriendo cotidianamente en prácticas discriminatorias y vulneran los derechos de las personas LGBT+. Según los Principios Rectores de la ONU sobre empresas y derechos humanos: “las empresas deben respetar los derechos humanos. Eso significa que deben abstenerse de infringir los derechos humanos de terceros y hacer frente a las consecuencias negativas sobre los derechos humanos en las que tengan alguna participación” (Principio 11). Es decir, las corporaciones deben hacer negocios respetando cabalmente los derechos y no solamente utilizar estrategias de mercadeo para parecer que lo hacen.
Nosotres existimos y resistimos todo el año. Debemos exigir que las empresas cumplan con estos principios los 365 días del año, más allá de subirse al “tren del arcoiris” cada mes de junio.